Por Víctor Fernández Correas
El protagonista de hoy es un político. Daba miedo, pero que mucho miedo. Venía de buena familia, por lo que pudo labrarse un futuro como abogado. Y comenzó a escribir, que no se le daba mal al tipo. Trabó amistad con filósofos, escritores, poetas… Llegado el momento dio un paso al frente y se convirtió en la bandera de todo lo que faltaba en su patria: libertades, democracia, igualdad… Y triunfó. Quizás porque fue un tipo íntegro, de moral rígida, fiel a sus principios. Hasta que perdió la cabeza. Él y otros muchos. Los nuevos tiempos, que se les fueron de las manos. La patria se convirtió en una merienda de negros -con perdón-, y las dentelladas se pudieron escuchar en todo el orbe, pues a ello ayudó la efervescencia que aupó al tipo y a sus acólitos hasta los más alto. Total, que hubo derramamiento de sangre -ríos y ríos, y no es una metáfora- y la muerte no daba abasto, encantada con el percal desatado. Al final de los finales el tipo aceptó a regañadientes el billete de ida que le expidió la Negra Señora. Se fue y volvió la paz. Cosas de la vida.
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