martes, 24 de mayo de 2016
martes, 17 de mayo de 2016
El destino lo sacó del hambre
Por Víctor Fernández Correas
Eso de llamarse como el padre no debe de ser bueno. Y más si llegas más donde no lo hizo tu progenitor. Y más aún si te conviertes en leyenda y tu nombre pasa de boca en boca, de oído en oído, de mirada en mirada. Los que te vieron, los que lo contaron. La eternidad, que es así de caprichosa. Al tipo de hoy el destino lo sacó del hambre con una condición cuyo fin, como siempre, se reservó. Mientras, le dio gloria y riquezas, fama y mujeres. Todo, todo lo que quiso lo tuvo en su mano. Salvo la vida. Ese fue el pacto secreto que sólo conocía el destino. O eso creía. Porque él también lo sabía. Su vida pendía de un hilo, y cada atardecer era una nueva oportunidad para vivir, para dejarse las pocas fuerzas que le quedaban en las entrañas de su amada. Rápido, rápido, siempre rápido. Así vivió en un mundo que era tan inmenso como mínimo. Ambas vertientes las conoció. Hasta que una negra sombra se encargó de anunciarle la caducidad de su pacto. Morir para vivir eternamente. Esa jugada con las que el destino premia a sus elegidos.El personaje del post anterior: 8 de mayo, es Plinio, el Viejo |
domingo, 8 de mayo de 2016
Lo mató la curiosidad
Por Víctor Fernández Correas
Como al gato, al tipo de hoy lo mató la curiosidad. Una curiosidad oscura, negra y asfixiante. Tela. Y murió relativamente joven, aunque para la época ya era viejo, que conste. Un rato viejo, desde luego. Se trabajó una larga carrera como militar, fue de un lado para otro, conoció, vivió, visitó, y más tarde le dio por poner todo su saber en negro sobre blanco. Porque no escribía mal, el tipo. Vino por aquí, donde permaneció alguna que otra temporada, se fue a la otra punta del continente, y de todo y de todos absorbió lo que pudo, que no fue poco. A modo de retiro se marchó al lado del mar, donde podía navegar y vivir una vida relativamente tranquila. Hasta que llegó la nube. La vio, quiso examinarla mejor, se acercó hasta ella, y lo puso a criar malvas. Una cosa extraña, muy extraña. Suerte que por allí andaba un zagal que tampoco escribía mal para recordar cómo fue el asunto. Que pone los pelos de punta cuando se recuerda, ya digo.El personaje del post anterior: 6 de mayo, es Maximilien Robespierre |
viernes, 6 de mayo de 2016
Un político que daba miedo
Por Víctor Fernández Correas
El protagonista de hoy es un político. Daba miedo, pero que mucho miedo. Venía de buena familia, por lo que pudo labrarse un futuro como abogado. Y comenzó a escribir, que no se le daba mal al tipo. Trabó amistad con filósofos, escritores, poetas… Llegado el momento dio un paso al frente y se convirtió en la bandera de todo lo que faltaba en su patria: libertades, democracia, igualdad… Y triunfó. Quizás porque fue un tipo íntegro, de moral rígida, fiel a sus principios. Hasta que perdió la cabeza. Él y otros muchos. Los nuevos tiempos, que se les fueron de las manos. La patria se convirtió en una merienda de negros -con perdón-, y las dentelladas se pudieron escuchar en todo el orbe, pues a ello ayudó la efervescencia que aupó al tipo y a sus acólitos hasta los más alto. Total, que hubo derramamiento de sangre -ríos y ríos, y no es una metáfora- y la muerte no daba abasto, encantada con el percal desatado. Al final de los finales el tipo aceptó a regañadientes el billete de ida que le expidió la Negra Señora. Se fue y volvió la paz. Cosas de la vida.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)